Qué anuncia el cántico de la calandría. (Foto: ArgentiNat)

Naturaleza

Su capacidad para imitar hasta 200 sonidos diferentes muestra su inteligencia y su conexión con el ecosistema

14/06/2025 | 06:30 | De unos 27 centímetros de largo, es un ave de apariencia modesta, pero distinguida. Su capacidad para imitar hasta 200 sonidos diferentes muestra su inteligencia y su conexión con el ecosistema.

En los campos abiertos, jardines y barrios de Sudamérica, un canto único resuena entre los árboles: el de la calandria grande (científicamente, Mimus saturninus), un ave que no solo cautiva con su habilidad para imitar sonidos, sino que también despierta creencias populares sobre visitas, cambios climáticos y augurios de buena fortuna.

La calandria grande, de unos 27 centímetros de largo, es un ave de apariencia modesta pero distinguida. Su dorso pardo grisáceo, alas oscuras con bordes blancos y cola con manchas blancas al desplegarse la hacen fácilmente reconocible. Con un pico largo y patas robustas, se mueve ágilmente por el suelo en busca de insectos, frutas y semillas, adaptándose a ambientes tan variados como bosques, sabanas y jardines urbanos.

Lo que verdaderamente distingue a la calandria es su canto, una sinfonía de trinos, gorjeos e imitaciones que puede incluir el canto de otras aves, silbidos humanos, sonidos de insectos e incluso fragmentos de melodías humanas. Según la ornitóloga Laura Gómez, de la Universidad de Buenos Aires, "la calandria es como un narrador del entorno; su capacidad para imitar hasta 200 sonidos diferentes refleja su inteligencia y su conexión con el ecosistema".

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Este espectáculo vocal es más frecuente al amanecer y al atardecer, cuando el silencio del ambiente permite que su voz resuene con claridad. Durante la primavera y el verano, su canto se intensifica, marcando la temporada reproductiva y llenando el aire de melodías que parecen contar historias de la naturaleza.

En el imaginario sudamericano, el canto de la calandria está cargado de significados. En las zonas rurales de Argentina, Chile y Paraguay, se dice que, si una calandria canta cerca de la cocina, anuncia la llegada de visitas inesperadas. 

Si su melodía resuena en el jardín, se interpreta como un presagio de buenas noticias o cambios positivos. En regiones como Cuyo, los pobladores asocian su canto en invierno con la llegada del viento Zonda, mientras que en otras áreas se cree que predice lluvias o días cálidos.

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"Estas creencias reflejan la conexión profunda entre las comunidades y la naturaleza", explica el antropólogo Martín Salazar, especialista en tradiciones folclóricas. "La calandria, con su canto alegre, se convirtió en un símbolo de esperanza y armonía, incluso en contextos urbanos donde su presencia sigue siendo valorada".

Además, en la tradición popular, el canto de la calandria se asocia con eventos personales, como casamientos o la armonía en la pareja, reforzando su imagen como un augurio de buena suerte. Sin embargo, el folclore también advierte sobre el respeto hacia esta ave: destruir su nido, ya sea en un árbol o en un arbusto, se considera de mala suerte y un agravio a su espíritu libre.

Durante la primavera y el verano, la calandria grande entra en su etapa reproductiva. En pareja, construye un nido profundo, a menudo desordenado, hecho de ramitas y fibras vegetales, donde la hembra deposita entre dos y cinco huevos celestes con manchas marrones. Sin embargo, esta etapa no está exenta de amenazas. El tordo renegrido (Molothrus bonariensis), un ave parásita, suele destruir los huevos de la calandria para reemplazarlos con los suyos, dejando a la calandria la tarea de criar polluelos ajenos.

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A pesar de estas dificultades, la calandria es un ave resiliente, cuya presencia contribuye al equilibrio ecológico. Al alimentarse de insectos, ayuda a controlar plagas, mientras que su consumo de frutas favorece la dispersión de semillas, promoviendo la regeneración de la vegetación.

Conocida en el folclore como un emblema de libertad, la calandria no tolera el encierro. "Si se la priva de su entorno natural, deja de cantar y puede llegar a morir", señala Gómez.

Sin embargo, la calandria enfrenta amenazas crecientes debido a la deforestación, el uso de pesticidas y la expansión urbana. En regiones donde los bosques y pastizales son reemplazados por monocultivos o construcciones, su canto se escucha cada vez menos. Organizaciones como Aves Argentinas y la Fundación Vida Silvestre promueven la conservación de sus hábitats mediante la reforestación y la creación de áreas protegidas.