Sergio Suppo

En su discurso en la Fundación Libertad Javier Milei delineó dos horizontes claros para Argentina: uno político y otro económico. Estas palabras son más que retórica; son compromisos ante la Nación.

En el plano político, el presidente prometió arrasar en las elecciones legislativas de medio término que se celebrarán en octubre del próximo año. Esta es una declaración audaz, especialmente teniendo en cuenta que actualmente solo tiene 37 diputados y 7 senadores bajo su ala. Aunque un gran triunfo electoral aumentaría su presencia legislativa, aún no le otorgaría una mayoría parlamentaria.

El segundo horizonte es económico y concierne directamente a los bolsillos de los argentinos. El presidente espera que la inflación descienda rápidamente durante el segundo semestre de este año, alineándose con las estimaciones del Fondo Monetario Internacional para una inflación anual del 150% en 2024. Por otra parte, espera que terminemos con una inflación por debajo del 5% mensual en los últimos meses de este 2024 y espera que siga bajando el año que viene, también en función de una estimación que el Fondo Monetario hace, y que él mismo hace, que es ubicar una inflación del 2025 en un 60% anual. Es, para cualquier país del mundo, una inflación muy alta, pero un poco más baja de la que hemos venido manejando en los últimos dos años. Además, Milei anticipa un crecimiento económico acelerado para este mismo periodo.

Sin embargo, estas proyecciones optimistas contrastan con otras menos halagüeñas realizadas por organismos como el FMI y el propio gobierno argentino. Se estima que este año no habrá crecimiento económico sino una caída del PBI del 2,8%, sumándose a la caída anterior del 1,6%. Al mismo tiempo también se anunció un rebote económico con un crecimiento del 5% para el próximo año, que es bueno pero no terminaría de compensar las caídas sucesivas.

La palabra del presidente es crucial ya que nos proporciona una visión de futuro. Nos promete una disminución de la inflación y un crecimiento económico, dos factores que tienen un impacto directo en nuestra vida diaria y en la paciencia de los argentinos que esperan una recuperación económica.

Finalmente, más allá de las noticias y los adornos retóricos, lo verdaderamente importante es el mensaje subyacente: ¿qué nos está diciendo realmente el presidente? ¿Hacia dónde se dirige Argentina? 

De todas formas, siempre es importante el respeto en nuestras conversaciones y discursos. Podemos expresar las ideas más duras con respeto. Y eso vale para todos nosotros: periodistas, políticos y ciudadanos por igual.