El Gran Premio de Canadá se desarrolla este fin de semana en el circuito Gilles Villeneuve, un homenaje a un piloto canadiense que vivió la tragedia en una de las competiciones más icónicas del automovilismo.

Gilles Villeneuve nació el 18 de enero de 1950 en Saint-Jean-Sur-Richelieu, Quebec. Desde joven, se destacó en carreras de motos de nieve antes de pasar a los monoplazas, ganando el campeonato de Fórmula Atlantic en 1976.

El año siguiente, debutó en la Fórmula 1 con McLaren y luego compitió con Ferrari en los Grandes Premios de Canadá y Japón. A lo largo de su carrera en la categoría máxima, Villeneuve consiguió seis victorias con Ferrari, destacándose en 1978, 1979 y 1981.

Su mejor temporada fue la de 1979, donde terminó segundo, solo cuatro puntos detrás de su compañero de equipo, Jody Scheckter. Villeneuve, considerado uno de los grandes de su época, contaba con el potencial para convertirse en campeón del mundo.

Sin embargo, el 8 de mayo de 1982, durante la sesión de clasificación para el Gran Premio de Bélgica, Villeneuve sufrió un fatídico accidente en el circuito de Zolder. A falta de ocho minutos para finalizar la sesión, impactó por detrás el monoplaza de Jochen Mass, en un episodio que generó un malentendido entre los dos pilotos.

El monoplaza de Gilles se elevó más de 100 metros a una velocidad que oscilaba entre 200 y 225 kilómetros por hora. El vehículo se destruyó por completo, y Villeneuve, atado a su asiento y sin casco, fue proyectado 50 metros más adelante, quedando atrapado en una valla de seguridad. Esta imagen se convirtió en una de las más impactantes en la historia de la Fórmula 1.

El primer médico en llegar al lugar constató que Villeneuve no respiraba, aunque tenía pulso. Fue trasladado en helicóptero al hospital de Lovaina, donde se le diagnosticó una fractura en el cuello, falleciendo horas después.

En 1982, en un homenaje a su legado, el circuito que alberga el Gran Premio de Canadá adoptó su nombre y se colocó la inscripción “Salut Gilles” en la línea de salida y llegada.

La conexión de la familia Villeneuve con la Fórmula 1 continuó, ya que su hijo Jacques se consagró campeón en 1997 con Williams, aunque curiosamente nunca más volvió a ganar otra carrera en la categoría.