Francisco Vidal

Opinión: buena

La muerte y el placer son cuestiones que no suelen ir de la mano, a menos que sea desde lo moral y humanamente cuestionable. Pero hay excepciones, que atan el disfrute con impactantes fallecimientos y el ejemplo más claro es "Destino Final", una franquicia que regresó este jueves a los cines tras 14 años de ausencia y que tiene miles de fanáticos. 

En esta sexta entrega hay un viraje y la muerte seguirá a los protagonistas por una cuestión general. Ya no es la estructura tradicional del personaje protagónico que tiene una premonición mortífera y salva las vidas de los presentes, sino que seguimos a Stefani Reyes (Kaitlyn Santa Juana), una joven universitaria que tiene un sueño horrible y recurrente. 

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En la pesadilla ve cómo una chica en los años '50 va a la inauguración de un restaurante en una torre altísima y ante una visión de que todo se desmorona, salva a los presentes. Es así que como esa persona era familiar suya, la muerte buscará a todos los que se salvaron pero también a sus descendientes, porque no deberían existir.

Es cierto que por más que se cambie el enfoque, la fórmula de éxito es siempre la misma: premonición, convencer a los otros de que hay una amenaza real, esquivarla como se pueda y caer ante lo inesperado. Pero eso es lo que hace que "Destino Final" sea un gran divertimento, una experiencia para disfrutar con otros ante la gran pantalla con sustos de impacto, fallecimientos insólitos y algunos momentos de comedia que distienden.   

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Una perlita es  el regreso del icónico Tony Todd como William Bludworth, una figura clave dentro del universo de Destino Final, con un personaje que es una especie de guía macabro y enigmático que parece conocer las reglas no escritas de la muerte. Una despedida para el actor, que murió meses atrás.

Con buenos flashbacks y logrados efectos especiales, "Destino Final 6: Lazos de sangre" es un entretenido espectáculo mortífero que no sorprende, pero cumple con lo que tiene para ofrecer.