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El dólar ¿está regalado o está normal?

  

16/04/2024 | 14:30

Adrián Simioni

Adrián Simioni

Es obvio que nuestra economía esta hundida en la incertidumbre. Una de las preguntas más incómodas es si el dólar está barato o no; o sea, si va a pegar otra vez un salto y agregar inestabilidad al terremoto de inflación y recesión en el que estamos.

Casi todo el mundo piensa que está barato. El economista Fausto Spotorno hizo números y concluyó que no es para tanto. Según él, el promedio del dólar desde 1870 hasta hoy da a pesos actuales 868 pesos. El oficial cuesta 887 pesos. A ese precio comercia la Argentina. O sea, clavado el dólar histórico o incluso un poco más conveniente para poder exportar o competir con la importación.

Por supuesto, esto dio inicio a un debate interminable. Muchos cuestionaron que se vaya tan atrás como 1870, porque la Argentina era otra cosa. El propio Spotorno aclara que si se toman los periodos de mayor caos en nuestra economía -o sea de 1940 para acá, el dólar debería costar hoy 1.240. O sea, el dólar de hoy estaría muy atrasado.

Otros economistas lo rebaten con una pregunta: si el gobierno, como Spotorno, cree que este dólar es de equilibrio y que, por lo tanto, puede aguantar sin dispararse, ¿por qué no desarma el cepo y que todo el mundo pase a comprar y vender dólares para lo que quiera en un mismo mercado desregulado?

Silencio.

Pero del otro lado dicen: mirá, el gobierno viene bajando la tasa de interés, lo que libera pesos al mercado, y sin embargo el dólar blue sigue ahí inmutable. No hay pesos que estén corriendo hacia el dólar.

Debate infinito. ¿Por qué es tan importante? Uno, porque en Argentina el dólar está asociado a las expectativas de inflación. Si se dispara -igual que se disparan desde la luz hasta la lechuga- meterá mucho ruido en la deflación que todos deseamos.

La razón número dos es que si se sigue abaratando va a poner cada vez más contra las cuerdas a la industria más ineficiente, que no puede competir contra la importación, encima en un mercado recesivo. Y también complica a los exportadores, que van a quedar fuera de juego para salir a buscar los dólares que necesitamos. O sea, la Argentina se pondrá aún más cara de lo que ya está en comparación con el mundo.

Hay una sola cosa segura: si la inflación sigue a una velocidad crucero por arriba del 5% mensual, después de acumular 90% desde la última devaluación, el dólar va a quedar atrasado sí o sí en poco tiempo y no vamos a poder exportar ni soja.

El gobierno dice que no, porque bajó tanto el gasto que pudo dejar de emitir pesos y la inflación seguirá bajando. Sus opositores dicen que pudo dejar de emitir sólo porque violó un montón de leyes para poder bajar el gasto. El gobierno les dice: “Ok, si es así entonces voten las leyes que mandé al Congreso para que podamos darle certidumbre y confianza a este proceso”.

Certidumbre. De eso se trata. Es lo que necesitamos. Y justo no va que a Irán se le ocurre lanzarle cientos de misiles y drones explosivos a Israel por primera vez en la historia. Una cosa así puede ser un terremoto en la cotización de cosas clave para la Argentina: granos, petróleo, el propio dólar, bonos de mercados emergentes. Por suerte, hasta esta hora, todo está más tranquilo de lo que se esperaba. Un mundo en guerra es menos inestable que una Argentina en paz.

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