Adrián Simioni

Condicionado por su debilidad política extrema, el gobierno de Javier Milei enfrenta un horizonte cargado de nubarrones. Los precios aflojaron y sus milagrosos números en las encuestas han sobrevivido lo que parece como lo peor de la inflación. Incluso Delfos dice que, después de la marcha universitaria y todo, en distritos como Córdoba la confianza en el presidente subió. Milagros de una sociedad en cambio.

El resto son todas nubes oscuras. En el Senado Milei enfrenta el riesgo cierto de que el kirchnerismo le reescriba la ley Bases, lo que implicaría reducir aún más la única norma para la que consiguió media sanción en Diputados y a costa de reducir al mínimo la ley Ómnibus original. Si le cambian el texto enfrentará otro tortuoso y costoso trámite en Diputados que, por empezar, le escupirá el asado del Pacto de Mayo que Milei quiere firmar en Córdoba en dos semanas.

Además, tanto en Diputados como en el Senado la oposición prepara los más diversos proyectos –voltearle el DNU, determinar las jubilaciones, los fondos a provincias, el destino de impuestos, el presupuesto universitario- que podrían tirar por la borda el superávit fiscal del primer trimestre que le permitió dejar de emitir pesos. Milei ni siquiera puede confiar en que sus aliados le ayuden a resistir, porque van a ser corridos sistemáticamente por izquierda por la demagogia opositora.

La CGT también olió sangre y se terminó de poner al servicio del kirchnerismo. El paro de mañana es el mejor ejemplo. Luego de 4 años de ser testigos mudos del aumento sostenido de la inflación K, los sindicalistas se apuran a parar el país por segunda vez en 5 meses… justo cuando la inflación empieza a desacelerarse. Nadie puede estar seguro pero hay poco lugar para las dudas: la oposición liderada por Cristina tiene que golpear antes de que Milei pueda consolidar algún logro, sino será demasiado tarde para todos los que sueñan con el poder. El tono lo dio hoy el secretario General de la CGT santafesina, que acaba de vaticinar “muertos como en el 2001”.

El plano económico dista de estar resuelto. Hay verdaderos abismos. Ayer las generadoras de electricidad –a las que el gobierno les debe 1.250 millones de dólares como consecuencia de los congelamientos tarifarios de tantos años- rechazaron cobrar eso en bonos que cotizan a la mitad de su valor. Es decir, no aceptan reducir esa deuda a la mitad. Lo único que falta es un apagón o cortes programados.

Y en el otro rincón está la actividad económica, jaqueada por la baja de consumo que permitió bajar la inflación, por un lado, y por las presiones de la industria menos competitiva para resistir las importaciones y que presiona por una mayor devaluación para blindarse frente a la competencia externa. Y que pronostica despidos.